Mientras llega el atardecer, largas filas de automóviles y gente se forman en la frontera de Estados Unidos y México para regresar a casa. Los Estados Unidos y México comparten una gran frontera de 2000 millas de longitud y que depende de sus 38 puertos de entrada que son el pilar de nuestro intercambio bilateral en la sociedad, así como en los campos de comercio y cultura.

Un millón de personas transita de manera legal entre nuestros países diariamente, junto a cientos de miles de automóviles, camiones y vagones de carga.

El reto de ambas naciones se apoya en tener la frontera abierta para el flujo legal de gente y mercancía, pero al mismo tiempo cerrarlas a aquellos que desean causar daño a los ciudadanos de ambos países o violar la ley. Junto con México hemos construido carreteras y cruces especiales con el fin de agilizar la entrada a viajeros bien intencionados y a mercancía que haya sido previamente autorizada. Nuestro interés es explicar a las compañías las regulaciones a seguir para que sus productos crucen la frontera sin demora.

Cooperamos de manera estrecha para impedir el paso en la frontera a traficantes y su contrabando. Compartimos información para poder responder de forma eficaz a la violencia en el cruce de la frontera. Rescatamos a migrantes que se encuentran en peligro cuando tratan de cruzar a través del río o desierto. También regresamos a casa a miles de migrantes cada año, muchos de ellos menores de edad solos, que necesitan regresar a sus hogares luego de haber sido aprehendidos en los Estados Unidos.

La seguridad en la frontera es un reto para nuestros países. Al mismo tiempo que buscamos mejorar la coordinación fronteriza entre México y los Estados Unidos, México está haciendo lo mismo con su frontera sur que colinda con Guatemala.